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Yo no te voy a decir que votes


Yo no te voy a decir que votes porque estoy segura que ya mucha más gente de la necesaria te lo ha dicho.

No te voy a decir que votes porque con qué moral, si yo en mi vida sólo he votado una vez y he dejado pasar mil elecciones más, para mil cargos y aún más resoluciones.

Yo no te voy a decir que votes no porque no quiera que lo hagas, sino porque tampoco creo que deberías dejar de hacerlo.

La verdad es que a mí poco me interesa por quién votes, o por quién dejes de votar, porque a fin de cuentas yo soy la primera que se niega a acercarse a una urna a menos que piense que su voto va a servir para algo.

Así es, yo no voto. Sólo lo he hecho una vez, y aunque estoy segura que por quien voté no va a salvar el mundo, lo hice sólo porque no me hace sentir que mi decisión se irá a la basura. Entonces ¿Cómo te voy a decir que votes?

No voto porque soy de la firme creencia de que ningún político es la salvación, ninguno es el mesías, yo no creo ni en santos ni en milagros. Mucho menos creo en políticos.



No voto porque no me quedo con ese cuento de "mejor el malo que el peor". Porque cuando gane el malo en vez del peor y llegue a cagarlo todo de igual manera, yo quiero al menos contar con la satisfacción de que no fui de los que le dio permiso y poder suficiente para dejar las cosas como las dejó.

Yo, María Virginia Parra, simplemente no te voy a decir que votes porque al final el que decide si sale de la cama ese domingo, se aguanta la resaca del día anterior y se para en una cola a pasar sol para hacerlo eres tú. Tú y nadie más.





Tú eliges a tu candidato. Tú eliges a tu presidente, o no lo eliges, si por alguna razón no te da la gana y prefieres quedarte echado en casa viendo películas. Te diga lo que yo te diga eso no va a cambiar, y mi punto no es ese, mi punto es que tú tienes el derecho a elegir, pero antes de hacerlo, como con cualquier decisión, detente un momento a pensar en el por qué y el para qué de lo que escogerás hacer.

Siéntate un rato y mira a tu alrededor, porque eres venezolano y has vivido en ese país, y has visto lo mismo que otros 28 millones de personas durante trece años - cada uno desde su propia perspectiva, obvio - hemos visto y hemos vivido. Y eso no es cualquier cosa.

Tú sabes la realidad en la que estás, y si bien ninguno de nosotros es adivino no es difícil imaginar lo que se viene para nuestro futuro el día después del 7 de octubre, gane quien gane, pierda quien pierda.

Piensa entonces, qué clase de mañana quieres. Qué clase de vida deseas.

Si quieres cambio o te gustan las cosas como están, si te aburriste o estás cómodo así. Decide tú qué expectativas tienes y quién será más capaz de cumplirlas.

Porque la decisión es tuya, y el voto es tuyo, y aunque yo no te voy a decir que votes, pase lo que pase y escojas lo que escojas el poder está en tus manos.

No en las mías, ni en las del vecino, ni en las de tu mamá.

En las tuyas.

Sólo te digo que el destino no existe y que cada quien traza su camino, cada uno de nosotros es responsable de asumir lo suyo, y no hay cosa peor en la vida que dejar que otro decida por uno.

Así que sí, no te estoy diciendo que votes, te estoy diciendo que pongas tu cabecita a trabajar no más, que veas todas tus opciones, las analices fríamente como lo harías si fueses a decidir cualquier otra cosa que sólo te concierne a ti, y elijas muy tranquila y calculadamente lo que harás con la oportunidad que se te está dando. Porque una como esta no vendrá en mucho tiempo más.




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