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Colorín Colorado, Este Cuento No Se Ha Acabado



Sé demasiado bien que este es un tema sensible, así que antes que nada quiero aclararle a todos aquellos que se están preparando para descalificar todo lo que diga al respecto por no vivir en Venezuela que, aunque ya no estoy allá, ello no borra ni difumina los trece años del gobierno de Chávez que viví, no quita que mi familia, mis amigos y las personas que más quiero en el mundo aún estén allá, ni tampoco elimina el hecho de que, al igual que millones, no tengo recuerdos de una Venezuela sin Hugo Chávez. 

Hecha ya esa acotación, prosigo a la razón de ser de este post: Recordarles y asegurarles que, aunque Chávez haya muerto, esto no se ha acabado.

La verdad es que mis recuerdos relacionados al país pre Chávez son mínimos y en su mayoría no tienen nada que ver con el tema. Lo único que recuerdo referente a la política por aquellos tiempos es que Caldera se encadenaba y no me dejaba ver los Power Rangers, o algún otro programa de esos que me gustaban. Mas con tan sólo un poco de lectura o una conversación con gente que sí tiene recuerdos al respecto cualquiera puede darse cuenta que Venezuela nunca fue un país próspero y feliz como esos cuentos de hadas que a muchos les gusta inventarse.

Estoy segura que muchos de los que me leen por aquí son, al igual que yo, hijos de la clase media/alta que antes de Chávez se quedaba con todos los privilegios. Entiendo que quizás para ustedes, e incluso para sus padres o hermanos mayores, la Venezuela pre Chávez sí fuera ese país de fantasía al que regresábamos de Estados Unidos con maletas llenas de ropa y juguetes tras haber pasado tres semanas visitando Disney, Miami y Nueva York, porque el dólar era muy barato, todo era fácil, los sueldos alcanzaban para todo, el mundo era un lugar mejor y éramos felices.

Pero lo cierto es que para la gran mayoría del país, la cosa no era tan linda, y si no me creen al menos dense un paseíto por Wikipedia o algún librito de historia venezolana. Después de todo, por alguna razón tenía que salir Chávez elegido ¿No?

Tenía nueve años el día que Chávez entró al poder por primera vez. Mis papás votaron por él, al igual que muchos de los que hoy se le oponen, ellos veían en Chávez una esperanza para acabar con los problemas que tenía el país: Inflación, inseguridad, corrupción, resentimiento social, una mayoría olvidada por el gobierno y unas riquezas absurdamente mal distribuidas. ¿Les parece conocido el cuento?

Para muchos hace catorce años Hugo Chávez era el salvador, el que por fin le traería igualdad a un país que durante años se vio dividido por una guerra de clases sociales y la creencia de que "el que es pobre es pobre por vago"; el que se acordaría de aquella gran mayoría que vivía olvidada por no tener lo suficiente como para comprarle un Baby G a la hija en navidad, esos a los que nadie les había prestado atención sino era al momento de recaudar votos.

A pesar de lo exagerados que son los cuentos de terror de los chavistas respecto a “la tercera y la cuarta” tampoco estaban taaaaaan alejados de la realidad.

Entonces aquí les digo a todos aquellos que están celebrando porque “Venezuela hoy acaba con esta pesadilla que fue Chávez”, porque “nos libramos por fin del demonio”, porque “el hijo de puta ese ya está en el infierno que se merece” y ahora sí que Venezuela va a surgir y ser linda, va a volver la Harina P.A.N., no va a existir Cadivi, las armas van a desaparecer por arte de magia junto con los delincuentes, los chavistas van a reflexionar y darse cuenta de sus “errores” y todos nos vamos a tomar de las manos y saltar sobre el arcoíris porque #HAYUNCAMINO: No se emocionen tanto, porque esto es apenas un punto y aparte en la historia.

A Venezuela no lo va a salvar de la noche a la mañana ni Obama, ni Capriles, ni la ONU ni la oposición, ni siquiera la Virgen María, los babalaos o Kurt Cobain, porque nuestros problemas van mucho más allá de quién nos gobierna y existen desde hace mucho más que catorce años. 

El problema de Venezuela no se resuelve con el que vaya a ocupar ahora Miraflores, y mientras sigamos creyendo en fantasías y cultivando esa mala memoria que nos sigue caracterizando - y jodiendo - no habrá nada, ni nadie que podrá socorrernos.